Julio 20 – Sin zapatos

20 Jul Julio 20 – Sin zapatos

Me lamentaba por no tener zapatos. Pasando delante de la mezquita de Damasco vi a un hombre sin piernas. Cesé de lamentarme y de murmurar contra la mala suerte.
Sa´Di

También yo cuando pasé por primera vez frente a la espléndida mezquita de los Omeyas en Damasco, en la multitud variopinta de la plaza, me encontré con el tradicional acompañamiento de los templos, hecho de gente pobre y desventurada. Recuerdo también haber pensado en este episodio narrado por uno de los máximos poetas persas, Sa´Di (siglo XIII) de quien había leído sus obras maestras Roseto (San Pablo 1991) y el Cancionero. Propongo ahora aquella anécdota y la lección que el escritor había querido bordarnos (De sus escritos se decía que “eran de una facilidad inaccesible”).
Pensemos en la letanía de nuestras recriminaciones y lamentos, a las pretextos que nuestros jóvenes avanzan su banalidad, (zapatos a la moda, por ejemplo, para estar en el tema); pensemos en las falsas necesidades que la sociedad contemporánea nos crea a través de la publicidad, a la insatisfacción ligada a la ambición de posesión o a la envidia. La raíz última está en buscar en el egoísmo, que nunca se contenta, que es insaciable y que domina a los otros, quizás más infelices y necesitados. Bastaría sólo ponerse frente a un verdadero sufridor moverse por las landas desoladas de nuestro planeta donde millones de hambrientos y sedientos arrastran una vida de dificultades, entrar en un hospital o en un asilo para ancianos; tantas exigencias y protestas encontrarían su solución, desaparecerían tantas dolencias exasperadas falsamente, cesarían lamentos vanos y egoístas, caerían los pretextos incontentables.