31 May Mayo 31- Dos rosarios.
Tenía dos rosarios de plata, con la pequeña medalla de la Virgen de Lourdes. Uno te lo di a ti para que fuese compañero en las noches en que el mal te martirizaba más, y con el correr dulce de las cuentas entre los dedos en el pensamiento de Dios apaciguara en ti espíritu y carne, hermano. En una de tus muñecas quisiste aquel rosario descendiera a tu reposo extremo. Y yo con el otro que me ha quedado, desgrano en la tarde las avemarías, pensando, en ti, … pidiendo para ti la luz eterna.
Ada Negri
Poetisa de la infancia y de la adolescencia escolar de los de mi generación, Ada Negri (1870-1945), con esta poesía extraída del relato El don (1936), evoca la devoción mariana popular tan apreciada del rosario. El recuerdo es tierno y delicado: Ada tenía dos rosarios, uno lo había confiado a una persona amada, el otro se lo había quedado ella. A la muerte del “hermano” sólo quedaba ella para desgranar aquel rosario encontrando en la plegaria un vínculo de amor. La poesía termina con una mirada al futuro: “Cuando yo también esté dentro de la tierra con las manos juntas sobre el pecho, en una de las muñecas tendré un rosario: éste. Y gran paz, finalmente, en el corazón, hermano”.
Hoy se cierra el mes de mayo y el calendario conmemora la visitación de María a su pariente Isabel. La figura de la madre de Cristo está afincada a menudo en el corazón de la devoción de los sencillos. Ciertamente que corresponde re-centrar correctamente la oración orientándola hacia Dios; pero es igualmente necesario no hacerle perder calor, espontaneidad, humanidad. Los misterios del rosario son cristológicos, pero están propuestos en un flujo orante que envuelve sentimiento y ternura a través de la femineidad maternal de María. Aquel gesto final del rosario en la muñeca es entonces el sello de una fe sencilla pero pura.
Sorry, the comment form is closed at this time.